
"Siempre para mí estos cerros han significado mucho. Desde el punto de vista mítico, de nuestros antepasados los indígenas, todo lo que ellos contienen y cómo son puntos de referencias de la ciudad".

Día y noche, durante 96 horas, escuchamos el llamado. Al principio cre ímos que era culpa de la antena chueca del radio, demasiado viejo para captar la frecuencia. Cinco segundos más tarde supimos que no era así. La señal se repitió sin variación. No movimos el dial. Quizás teníamos miedo de que si lo hacíamos, luego no encontraríamos el camino de regreso a la señal anónima. Tal vez alguien notó que era un código antiguo, repitiendo tres letras: MDE. Nuestra coordenada en la tierra. Medellín.

Llegaron de blue jean, tenis y camiseta. Ese día no hubo partido en la cancha de Castilla. Si hubo en cambio ciento veintidós manos esparciendo tres toneladas de cal dentro de una flecha que apuntaba al norte. Un pelao delgado de gafas y sin camiseta, revisaba la brújula con las manos que tiznadas de blanco, brillaban bajo el sol caliente. El día culminó con una lluvia que transformó la flecha en el abono para la grama que la cancha necesitaba.

Los dos cerros tutelares despertaron a la ciudad con voz de trueno. Todavía estaba oscuro cuando retumbaron por primera vez los mil tambores de la Alborada. Un segundo grito. Durante los siete minutos siguientes, Alexander Ziborov agitó sus manos frente al ensamble de músicos vestidos de negro. Timbales, tambores, platillos y marimbas se alzaron sobre Medellín en un híbrido afro, indígena y europeo. Luego, a las seis de la mañana con siete minutos, el silencio regresó al Valle.

Día y noche, durante 96 horas, escuchamos el llamado. Al principio creímos que era culpa de la antena chueca del radio, demasiado viejo para captar la frecuencia. Cinco segundos más tarde supimos que no era así. La señal se repitió sin variación. No movimos el dial. Quizás teníamos miedo de que si lo hacíamos, luego no encontraríamos el camino de regreso a la señal anónima. Tal vez alguien notó que era un código antiguo, repitiendo tres letras: MDE. Nuestra coordenada en la tierra. Medellín.